¿Cuándo una idea es... "una idea"?

¿Cuándo una idea es... "una idea"?

29/dic/2015

Uno de los grandes inconvenientes de la "falta de autoestima creativa" es que no sabes cuándo has tenido una idea. De hecho, en la mayoría de las ocasiones la frase es: "es que no se me ocurre nada", cuando en realidad no es cierto. "Uy, yo es que soy muy poco creativo, no tengo esas ideas que tienen los demás."

Pues bien, he aquí una buena noticia: en la mayoría de ocasiones (y bien digo "la mayoría" porque suele ser el 90% de los casos - el otro 10% puede responder a situaciones de bloqueo creativo), no es que no tengamos ideas, es que no las contemplamos (queremos contemplar). Tenemos ideas, sí; tenemos ocurrencias, sí; pero como no nos satisfacen, o no nos creemos que vayan a valer, quedan desechadas automáticamente de ser incluidas en ese post-it, papel, grabación, nota, word o lo que sea que estemos usando para anotar.

En nuestros cursos de creatividad nos encontramos con estos casos muy a menudo, por no decir que viene a ser el primer escollo a derribar en nuestro trabajo como facilitadores. Recientemente trabajamos con una empresa nuestro Taller de Investigación de Usuarios, en el que una de las dinámicas grupales consistía en reflexionar sobre las necesidades del usuario definido anteriormente y luego generar ideas (en pequeño brainstorming) que pudieran dar respuesta a aquellas necesidades. Me sorprendió cuántas posibilidades (ideas) se lanzaban al aire en cada grupo sin que quedase ninguna registrada en los post-its que tenían al efecto.

¿Cuál era el comportamiento? 

Uno decía una idea, alguien la cuestionaba (o incluso la misma persona terminaba la idea verbalizando la pega o desventaja que le veía a esa idea) y aparecía un pequeño silencio hasta que alguien volvía a decir otra idea. ¡Claro podéis imaginaros la fluidez de ese diálogo! Resultado final: un silencio en el que los miembros del grupo permanecían todos en la reflexión silenciosa (como nosotros decimos, en el "aire"), sin compartir (ni, por tanto, aportar) nada.

Si cuando ideamos vamos únicamente en busca (o albergamos la esperanza) de toparnos con una idea "válida", tenemos muchas probabilidades de perdernos los caminos que nos llevan a ellas. Porque las ideas, las ocurrencias, son "virales", es decir, la mayor "tontería" contagia la mente de quienes la oyen, y tiene el potencial de llevarnos a algún otro sitio, a otras ideas, y unas con otras, y así sucesivamente. ¡Esto es generar ideas realmente: seguir el flujo!. Pero como pasa en algo tan cotidiano como el WC, si no abres el grifo, no te lavarás las manos.

¿Por qué sucede aquél comportamiento? 

Pues hay muchas cuestiones entrelazadas en este tema (como la excesiva inhibición, una baja autoestima personal, no comprensión del ejercicio, la falta de entrenamiento creativo,...), pero la que quiero traer aquí es la del juicio y la evaluación en el momento de idear.

¿Cuánto se entremezcla el juicio y la evaluación en ese momento? ¿Cuánto le dejamos entrar y, por tanto, que nos sabotee? La evaluación va con cada uno de nosotros por Cultura, por educación, y supone un re-aprendizaje colocarlo en el lugar donde realmente sea de utilidad. En aquel taller me reafirmé respecto de cuán importante es conocer (y reconocerse en) el proceso creativo.

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Este es el proceso creativo que trabajamos en nuestros talleres. Como veis, hay dos fases diferenciadas: la generación de ideas y la evaluación de las ideas generadas, incluso convenientemente separadas por la maravillosa fase de incubación. No voy a entrar aquí en la explicación de cada fase. Lo que sí quiero reflejar es que es preciso darnos cuenta de:

    • El juicio y la evaluación inhiben la generación así como la creencia de que se están teniendo ideas.
    • La buena generación debe conducir a muchas ideas para que una buena evaluación pueda filtrar las que sean de mayor potencial.
    • La evaluación y filtrado de lo bueno y lo malo está tan presentes en nuestra educación (modelos mentales), que se hace necesario re-educarnos un pelín para sacar nuestro verdadero potencial creativo (afortunadamente no lleva mucho tiempo, pero sí un poquito para cambiar levemente nuestros hábitos juzgadores y sacar provecho del proceso creativo en el que estemos inmersos).
    • No se trata de desechar el juicio, la evaluación y el cuestionamiento, sólo de reubicarlos (finalmente no todo nos vale, pero inicialmente sí).

Un entrenamiento en esto es uno de los beneficios de nuestra formación y nuestro trabajo de facilitación de creatividad con equipos. En definitiva, hacemos que las personas sepan cuándo están teniendo una idea y, como tal, la anoten. Pero esto ya es tema de otro post: "Mejor un lápiz corto que una memoria larga"

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